Hay una pregunta que me gusta mucho hacer:
- ¿Es la primera vez que vienes a Pekín?
- Sí.
- Y, ¿en qué estación viniste?
La respuesta a esta segunda pregunta suele ir acompañar de una expresión de incredulidad y duda. La ciudad cambia radicalmente con las estaciones y la suerte es que, en todas ellas, Pekín sigue siendo espectacular.
Cada una nos trae algo nuevo. La primavera: flores y olores. El verano: verde y agua. El otoño: hojas secas que se despiden ¿Y el invierno? el azul gélido del cielo y el agua congelada. Todo esto tendrá un impacto muy importante en la forma en que vemos la ciudad, en los lugares que cobran vida, y en los que la pierden.
Visitar la Gran Muralla en primavera, verano, otoño e invierno, es visitar lugares distintos. Nada como ir a los parques en marzo y abril para disfrutar de las flores. El verano es llenarse del verde de las calles. El otoño brinda cielos despejados e imágenes bucólicas por donde quiera que pasees. Cerrando el año, el invierno trae gente patinando en los lagos, cielos azules y, con un poquito, de suerte, nieve.
Pekín no se sirve con una visita, cada estación te trae y enseña algo especial. Si ya has venido en primavera: vuelve en otoño y cuéntame.

